La Navidad es una época de excesos. Comemos, bebemos y volvemos a comer, como el villancico. Después llega enero y nos sentimos incómodos y lo notamos en nuestro cuerpo y nuestra piel.
Todo lo que sucede en nuestro interior se refleja en nuestro exterior. Por ejemplo, si un día cenamos más de la cuenta o bebemos algo de vino, probablemente nos levantemos un poco inflamadas y con bolsas en los ojos. Si estamos nerviosas, nuestra piel estará alterada. Y a nivel corporal, si comemos de manera poco equilibrada empezaremos a ver cómo nuestra celulitis empeora, retenemos líquidos, etc.
Y, por eso, tras estos días de comilonas, podemos comenzar un Tratamiento Detox.
Antes de realizar cualquier tratamiento específico de cuerpo o rostro, tenemos que recuperar el equilibrio de nuestro interior, ayudando depurar nuestros órganos y sistemas, a los que estos días hemos dado trabajo extra.
¿Cuál es el órgano que más ha trabajado mientras nosotros disfrutábamos del turrón? Lo habéis adivinado: el hígado. El hígado es el órgano interno más grande del cuerpo y el gran laboratorio del organismo. Sus principales funciones son la filtración de la sangre y la eliminación de los deshechos tóxicos.
Por otro lado, la piel es el órgano más extenso del cuerpo, nuestra primera y mejor defensa.
Y, por último el sistema circulatorio distribuye los nutrientes, transporta oxígeno a las células y recoge los desechos. Estos residuos se eliminan después por los riñones y por el aire exhalado en los pulmones.
Sabiendo esto, podemos empezar a hablar del tratamiento. Consta de distintas fases que se combinan en varias sesiones:
- Exfoliación profunda de cuerpo y rostro. Retiramos las células muertas y facilitamos la regeneración celular. Dejamos la piel limpia y receptiva para la absorción de los principios activos que se aplicarán después.
- Activación del sistema circulatorio. Nos ayudará a que las toxinas circulantes alcancen los órganos y ganglios encargados de eliminarlos.
- Activación del metabolismo. Facilita el proceso de eliminación de las células grasas acumuladas.
- Reparación de la piel. Nutrimos e hidratamos en profundidad nuestra piel, que es la primera barrera que nos defiende de las agresiones externas.
Este tratamiento, como casi todos, debe ir acompañado de litros y litros de agua y de una alimentación equilibrada (hasta San Valero, olvida los dulces). Así, volveremos a sentirnos bien.